
Los músculos de la cara que usamos al expresarnos, al hablar, al reír y al llorar, durante su movimiento o contracción, arrugan la piel que se encuentra encima de ellos, arrugas las cuales inicialmente son poco profundas y temporales, pero con el tiempo y los años, se van haciendo más profundas y permanentes. Además, los rayos ultravioleta del sol, van lesionando nuestra piel, haciéndola más débil y menos elástica, permitiendo que se arrugue más fácil; además de la predisposición a la formación de tumores de piel originados por la falta de una adecuada protección solar desde niños.